top of page

Miedo, no te oigo... ¿qué quieres decirme?



Creo que una vez le hayas quitado la máscara al fracaso (artículo publicado anteriormente), quizás, sea una buena idea hacerte amigo de Miedo, un viejo conocido que te presento a continuación.

Antes de nada, quiero que sepas que no me gustan las recetas fáciles del estilo: ‘¡Sé valiente! ¡Abandona tus miedos y enfréntate a ellos!’; me suenan a ‘2 minutos en el microondas y ¡listos para comer!’. Si continuas leyendo mis artículos, verás que no es mi estilo. Lo que pretendo es, tan solo, hacer una lista de la compra. Proponer algunos ingredientes con los que tú mismo puedas empezar a preparar el plato, ya que eso es cosa del cheff, o sea, .

Este es mi amigo Miedo Mil y Un Apellidos

Lo conocí hace muchos años, un día se presentó y me preguntó si podía jugar conmigo, yo desconcertada acepté y le dije que sí. Desde entonces, me ha acompañado siempre: cuando tuve que despedirme de las dos ruedecitas de mi bici él me gritaba ‘te vas a hacer mucho daño cuando te caigas’, el primer día de universidad se sentó a mi lado y me susurró ‘a partir de ahora tú te lo guisas tú te lo comes’, en la primera exposición en público me dijo ‘qué vergüenza, cuando te equivoques todos pensarán que no sabes de qué hablas’, en mi primer trabajo me desafió ‘A ver cómo te las apañas…’, y cuando empecé a escribir por primera vez en un blog me preguntó ‘¿Vale la pena? Quizás nadie leerá lo que escribas...’.

Así de buenas a primeras, puede parecer que no es muy simpático, pero créeme que tiene su encanto. Al principio no sabía qué responderle y en ocasiones le dejé hacer… alguna vez tiraba tan fuerte de mi mano que bloqueaba mis capacidades, otras hablaba tan fuerte que me ponía nerviosa y todo mi cuerpo en tensión, hasta el punto de no saber si salir corriendo y huir, gritar, pelear o simplemente silbar y disimular para no enfrentarme a la situación. Me he enfadado con él un millón de veces y en distintas ocasiones pensé en escribirle una carta de despedida pidiéndole que no volviera jamás… Pero con el tiempo comprendí que Miedo sólo quería enseñarme. Sólo quería ayudarme a poder detectar situaciones que creía peligrosas para, así, poder actuar de forma que pudiera defenderme de ellas y poner en marcha mis recursos para poder superarlas y crecer con cada experiencia.

Miedo es impulsivo… pero también tiene otras muchas virtudes

Como te decía, Miedo llegó inesperadamente. Suele aparecer en nuestras vidas de forma automática, sin que nadie le haya llamado, y, entonces, es cuando nos deja escoger entre dejarle a él las riendas de nuestra vida o ofrecerle un asiento de clase turista (porque la business está reservada para el protagonista de esta historia, o sea, tú) en el vuelo de que nos permite hacer el viaje de nuestra vida. Si le dejamos vía libre, nos “secuestrará emocionalmente” y sin quererlo ni beberlo estaremos buscando indicadores que confirmen sus murmullos, no podremos generar nuevas alternativas que amplíen nuestras perspectivas y nuestro margen de actuación se reducirá. Poco a poco haremos nuestros sus consejos y advertencias y en vez de ser un compañero de viaje será nuestra peor pesadilla, porque así es como se va forjando el sistema de creencias por el cual nos regimos. Sin embargo, tenemos otra opción, podemos hacerle un sitio a nuestro lado. Es verdad que a veces Miedo puede decirte las cosas de forma impulsiva y rudamente, que se exprese mal, que se equivoque, que grite… pero eso también lo hacemos cualquiera de nosotros, ¿no?.

Si nos paramos a pensar y comprendemos que sólo quiere ayudarnos, que sólo quiere que nos defendamos y que aprendamos a darnos tiempo para analizar la situación y así poder recurrir a la mejor estrategia de afrontamiento posible, podremos tenderle una mano. Sólo quiere darnos pistas, orientarnos. Cuando aprendí a ir en bici sólo quería decirme: 'Ten cuidado, te caerás y te harás daño, pero no dejes de pedalear que ya aprenderás, te lo digo porque quiero que te hagas el menor daño posible'; cuando hice mi primera exposición: 'Prepáratelo bien y confía en tus palabras, quizás te equivoques, pero no pasa nada, sólo intento que te equivoques en la medida que te ayude a crecer'; cuando empecé a escribir en el blog: 'Hazlo por ti, escribe porque te gusta hacerlo, piensa que quizás nadie te lea o quizás sí, pero hazlo por ti'. Es decir, aunque no lo escuchara, tan sólo gritaba: Piensa… Tira por ahí… y ¡Persigue tú sueño! No lo entendía... sólo me quedaba con una parte del mensaje, las advertencias.

Escucha lo que 'Miedo' intenta decirte

Miedo tan sólo quiere convertirse en un buen amigo, como el resto de sus semejantes: Tristeza, Alegría y Rabia. Él sólo quiere dar consejos y hacerte las cosas más fáciles. Escúchale como haces con las personas a las que aprecias, pero no olvides que, como ocurre con nuestras relaciones sociales, las decisiones las tomas tú, no tus amigos.

Juega con 'Amor'

Por último, te quiero presentar a un segundo amigo que te ayudará con Miedo. Él es Amor. Cuando amas lo que haces encuentras la manera de llevarlo a cabo. Cuando amas puedes decirle a tu idea/proyecto/decisión: ¡Mi apuesta eres tú! All in. Me la juego contigo. Porque eso es lo que hacemos cuando vivimos. Desde que has nacido seguro que has afrontado muchas situaciones que conllevaban riesgos, sin embargo, mira donde estás (no cuántos éxitos has conseguido, sino fíjate en que, sencillamente, estás aquí y ahora, en este momento). De una manera u otra has superado o afrontado esas situaciones.

Por último, debo decirte que Miedo también es caprichoso, se reproduce como los conejos para crear una extensa familia que asegure su supervivencia. Pero... ¿te has preguntado por qué necesita crear esa gran familia? Te voy a contar un secreto: Miedo es impulsivo y caprichoso, pero también asustadizo (¡aunque parezca imposible!), ya que hay algo más fuerte que los temores... Amor.

Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Sígueme en:
  • Instagram
  • Facebook
bottom of page